Un clásico amarillo

La verdad sería exagerado decir que si fuera por “El Diario de Eva” (o del Brea), nunca hubiese sabido de la existencia de las tribus juveniles como pókemon, pelolais, góticos o visual, entre otras, pues de una forma u otra igual me habría enterado. Aún cuando por estos lares de la República no se vea tanto, me he cruzado en más de una ocasión con algún punk por la calle, pero ver a niños con lentes de contacto casi blancos o niñas con el pelo pintado entero de rosa, no. No digo con esto que acá, por provincias no existan estas tribus, pues más bien asocio mi desconocimiento con el poco o nulo contacto con personas de generaciones más jóvenes que yo, es más, con personas de mi misma generación. Pero antes de eso, para mí, Pókemon era una serie de monos chinos sobre un niño llamado Ash, que tenía como propósito, convertirse en el más grande maestro pokemón de todos los tiempos. Los pókemon, por otra parte, son unas simpáticas criaturas que se clasifican en distintos tipos: animal, vegetal, de piedra, de tierra, etc; y también según sus habilidades, algunos tienen poderes psíquicos, otros son netamente luchadores, en fin.

Hace un tiempo, cuando aún tenía el goce de poder ver el canal ¡E! Entertainment Televisión, dieron una de esas típicos conteos, los 101 más no se qué, y en una de estas encuestas, sobre hitos que marcaron los 90, estaban los Pókemon y de cómo las madres sufrían al ver que aparecían más y más y cada vez más pókemon distintos, pues las marcas de juguetes se hicieron la América con este negocio. Yo también caí en la tentación y terminé comprándome un lindo Pikachu de peluche, que al apretarle las manitos, mueve sus orejitas y su boca, se le encienden las mejillas y dice “pika-chuu” (la verdad, es que me encanta).

Yo veía la serie, me gustaba mucho, seguir la historia de Ash junto a Pikachu, ver los distintos pókemon, me gustaba también la música de la serie, obviamente tenía mi pókemon favorito, que era Mewtwo, el pókemon humano, pues fue clonado y le dieron características humanas, más en el comportamiento, que en su forma física, y que apareció en los capítulos anteriores en que se anunciara la primera película de la serie, como una antesala de la misma, donde se cuenta la historia de esta criatura que nace en un laboratorio y busca su razón de vida. La película termina con una frase muy linda de Mewtwo, donde dice que ahora puede ver que las circunstancias en que nacemos son irrelevantes, es lo que hacemos con el don de la vida, lo que determina quienes somos (esto se puede ver desde un punto de vista bastante complejo y profundo, de hecho, abre la discusión sobre la clonación, de si se debe o no manipular con eso, cuales son las consecuencias de ello, y de ver la vida como un don, un regalo, de quien?, no se sabe y no importa, lo que vale es que existe y hay que valorarlo sólo por eso, por vivir)

La serie la siguen dando por Cartoon Network, durante unos años era costumbre en la época de año nuevo que dieran por este canal una maratón de la serie, como espera de los nuevos capítulos, pero de aquí a un tiempo, la verdad es que me aburrió, pues, primero, perdí el hilo, y capítulo que veía, el querido Ash seguía peleando para ser un poco mejor, además de dividir el mundo en tantas regiones, nop, me agotó.

Me quedó con las primeras temporadas, donde Ash es un niño torpe que ve el mundo de los pókemon por primera vez y una se asombraba igual que él al ver un nuevo tipo de pókemon en su camino, me quedo con la historia de amor entre Ash y Misty, pues es de esos romances donde todos notan que se gustan y son los protagonistas de la historia los que no se dan cuenta (como mi querido y precioso Ron y Hermione), me quedo con las primeras batallas por las tan esquivas medallas de gimnasio, me quedo con el llanto de Ash cuando decidió que Pikachu debería quedarse con los de su especie, y me quedo con la primera película, que, a pesar de que vi también la segunda y tercera, fue la que más me gustó.