
Mi gusto por esta película de zombies nació cuando estudiaba en Conce y escuchaba de 9 a 10 de la noche un programa de radio que trataba sobre monos chinos y tocaban música de animé, y en este programa hablaban, hablaban y hablaban de la película, pues nació de un video juego llamado Resident Evil. Yo ví en Conce la segunda película, Apocalipsis, esperando encontrarme con una cinta entretenida, no buscando necesariamente sangre o que me hiciera saltar de mi asiento asustada por ver a un zombie hambriento de carne humana.
Satisfactoriamente, el film consiguió lo que yo buscaba: entretenerme un rato, y prender en mi la curiosidad de ver la primera parte. La televisión después se encargó de eso. Por eso fuÍ ayer al cine, a ver precisamente Resident Evil, más allá de aprovechar el “cine a luca”, porque quería saber que había pasado con la Milla y su personaje Alice (wake up Alice), y debo decir, que me dejó nuevamente con las ganas de saber qué va a pasar después de que la pantalla se puso negra.
Cuando fui al cine en Conce, mientras caminaba por la sala para buscar un buena posición, miraba al resto del público y veía que eran pocas las mujeres; y mujeres solas, tal vez una o dos, incluyéndome. Las demás iban con su pareja y la mayoría eran grupos de amigos. Ayer pasó lo mismo, las mujeres eran pocas, y a pesar de que el cine estaba más barato, no había mucha concurrencia. 
Durante mucho tiempo he pensado o creído que soy una mujer bastante atípica, respecto a mis gustos, lo cual también en más de una oportunidad me ha hecho sentir poco femenina, más aún, muchas veces siento que sentirse femenina y “linda” es más una obligación en mí, una tarea, una costumbre que debo adquirir, sin ser algo natural de mi persona. Ver monos chinos que rebosan violencia, me encanta, durante un tiempo también fui aficionada a ver la Lucha Libre, y no puedo decir que era para ver a los luchadores, pues cuál de todos me parecía más feo; me gustaba verlos pelear, pero después me aburrieron. Los guiones eran más absurdos y melodramáticos que las teleseries venezolanas y hace mucho tiempo que no disfruto un cebollón mexicano o caribeño, donde la protagonista sufre las penurias del infierno, se queda ciega y le roban los hijos, y aún así, la mitad de los hombres que aparecen en la teleserie encuentran que es la mujer más bella de todo el mundo y se enamoran de ella, y ella, no puede ser feliz, cónchale vale.
Me carga cuando empiezan a diferenciar hombres de mujeres, que las mujeres somos más emocionales, que los hombres son más racionales; cada vez que me encuentro con uno de esos debates por televisión, siempre termino concluyendo que tengo más características masculinas que femeninas, lo cual no deja de ser un tema para mí, porque como dije antes, con eso siento que el “arreglarse, ser más señorita”, es más una obligación por mi género, que algo natural. La mayoría de las veces agradezco el ser mujer solamente por el hecho de poder admirar y disfrutar la belleza masculina, es que hay que reconocer que existen hombres que tan sólo su paso por esta tierra se agradece. Pero aparte de eso, quizás soy demasiado frágil para considerarme “ahombrada” o demasiado ruda para considerarme una dama. Una especie rara, que se apoya en la pared de la misma forma como lo hace su papá, pero que cuando se siente triste y desvalida, llora por unos brazos fuertes que la conforten.
Aún así, igual Los Caballeros del Zodíaco y Dragón Ball seguirán siendo de mi predilecto gusto, y preferiré ir al cine a ver Resident Evil IV, antes que quedarme en casa viendo Ghost.

Durante mucho tiempo he pensado o creído que soy una mujer bastante atípica, respecto a mis gustos, lo cual también en más de una oportunidad me ha hecho sentir poco femenina, más aún, muchas veces siento que sentirse femenina y “linda” es más una obligación en mí, una tarea, una costumbre que debo adquirir, sin ser algo natural de mi persona. Ver monos chinos que rebosan violencia, me encanta, durante un tiempo también fui aficionada a ver la Lucha Libre, y no puedo decir que era para ver a los luchadores, pues cuál de todos me parecía más feo; me gustaba verlos pelear, pero después me aburrieron. Los guiones eran más absurdos y melodramáticos que las teleseries venezolanas y hace mucho tiempo que no disfruto un cebollón mexicano o caribeño, donde la protagonista sufre las penurias del infierno, se queda ciega y le roban los hijos, y aún así, la mitad de los hombres que aparecen en la teleserie encuentran que es la mujer más bella de todo el mundo y se enamoran de ella, y ella, no puede ser feliz, cónchale vale.
Me carga cuando empiezan a diferenciar hombres de mujeres, que las mujeres somos más emocionales, que los hombres son más racionales; cada vez que me encuentro con uno de esos debates por televisión, siempre termino concluyendo que tengo más características masculinas que femeninas, lo cual no deja de ser un tema para mí, porque como dije antes, con eso siento que el “arreglarse, ser más señorita”, es más una obligación por mi género, que algo natural. La mayoría de las veces agradezco el ser mujer solamente por el hecho de poder admirar y disfrutar la belleza masculina, es que hay que reconocer que existen hombres que tan sólo su paso por esta tierra se agradece. Pero aparte de eso, quizás soy demasiado frágil para considerarme “ahombrada” o demasiado ruda para considerarme una dama. Una especie rara, que se apoya en la pared de la misma forma como lo hace su papá, pero que cuando se siente triste y desvalida, llora por unos brazos fuertes que la conforten.
Aún así, igual Los Caballeros del Zodíaco y Dragón Ball seguirán siendo de mi predilecto gusto, y preferiré ir al cine a ver Resident Evil IV, antes que quedarme en casa viendo Ghost.
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