miércoles, 24 de octubre de 2007

La noche que lloré mirando Inuyasha

En el capítulo en el que derramé una lágrima viendo Inuyasha, Aome había discutido por una tontera con Inu, como solía pasar entre ellos dos. Ese día Aome decidió regresar a su casa y no volver en un par de días para que Inuyasha se sintiera culpable y se preocupara por ella. Cuando finalmente regresó a la época antigua, de noche, caminó hacia el árbol sagrado donde había visto a Inuyasha por primera vez, guiada por unas luces. Eran las almas que recolectaban las serpientes de Kikio, almas de mujeres que fallecían y que la sacerdotisa necesitaba para mantener su cuerpo con vida.

Kikio estaba con Inuyasha, Aome los encontró juntos al lado del árbol y escondida, escuchó como éste le prometía a Kikio que mientras él viviera, no permitiría que Naraku volviera a tomar su vida, él estaría ahí para protegerla, mientras a la fuerza la llevó hacia su pecho y la abrazó. Aome estaba detrás de un árbol, muda, paralizada, escuchando todo, mientras Kikio se liberaba de Inuyasha haciéndolo sentir estúpido e ingenuo, por el control que ella tenía sobre él, mientras veía como se alejaba. Al voltear vio a Aome, y dijo su nombre, pero Aome se volteó y comenzó a correr rápidamente, no quería quedarse ahí para escuchar lo que sabía que Inuyasha le diría.

Cuando Aome volvió a su casa, recordaba la imagen de Inuyasha y Kikio juntos abrazados frente al árbol, el mismo árbol en que Inuyasha se encontraba dormido con una flecha en su pecho. Miró su velador y notó que se había traído consigo unos fragmentos de la Perla de Shikón, por lo que tendría que volver nuevamente a la época antigua. Se encontraba al borde del pozo, lista para saltar, pero no se atrevía a hacerlo, no quería estar frente a Inuyasha para escuchar lo que éste tenía que decirle, en esos momentos, el nudo en mi garganta comenzaba a formarse. Sintió rabia, rabia de que Kikio hubiese aparecido nuevamente y deseó que esa mujer no existiera más, al momento se sintió avergonzada, ya que no sabía cuan celosa podía ser.

Se retiró del pozo y comenzó a caminar por el patio de su casa y llegó hasta el árbol sagrado, él mismo que ha permanecido ahí por más de 500 años y el mismo árbol en que vio a Inuyasha por primera vez. Aome sabía que tenía que regresar a la época antigua para devolver los fragmentos, pero si volvía, Inuyasha hablaría con ella y no quería escuchar lo que éste tenía que decirle, se dio cuenta que esa fue la razón por la que salió corriendo cuando él la miró y dijo su nombre, Inuyasha le diría que ya no podía seguir a su lado, porque estaría con Kikio; pero ella quería verlo, quería ver una vez más a Inu, sólo verlo, quería estar otra vez a su lado, Aome estaba llorando, se había dado cuenta de lo mucho que amaba a Inuyasha y no tenía el valor de escucharlo decir de que ya no podía volver a verla; para esos momentos, ya varias lágrimas brotaban de mis ojos para darle paso a las que venían.

Aome miraba el árbol sagrado, cuando escuchó la voz de su mamá que la llamaba, corrió hacia su madre y comenzó a llorar sobre su pecho sin consuelo. Ya más tranquila, su mamá le contó que antes de casarse con su padre, había tenido una fuerte discusión con él, tan fuerte que creyó de que nunca más volverían a hablarse; estaba muy triste, pero se quedó un momento frente al árbol, y de alguna forma, se sintió más tranquila, como que él árbol sagrado le transmitía una especie de energía, algo que calmaba su corazón. Después le contó que su padre la llamó y se reconciliaron, y lo agradeció, ya que gracias a eso pudo tenerla como hija, y después tener la dicha de tener a su pequeño hermano. Su madre le dijo que no le preguntaría la razón de su tristeza, porque confiaba en ella y que tomaría la mejor decisión para que su corazón estuviera tranquilo.


Después de eso, Aome regresó a la época antigua y se quedó sentada al borde del pozo, Inuyasha llegó hasta ese lugar, y a pesar de que estaba convencido de lo que diría, igual su corazón dudaba, pero no consideraba justo para Aome el que siguiera a su lado, cuando ya había decidido consagrar su vida a Kikio. Nuevamente dijo su nombre, pero antes de que siguiera hablando, Aome lo cayó, Inuyasha la vio más linda que nunca, pero a pesar de la pequeña sonrisa que esbozaba, se notaba que estaba muy triste. No lo dejó hablar, ya que sabía lo que éste le iba a decir, que la dejaría para estar con Kikio, y ella lo comprendió, después de todo, Kikio había dejado todo por él, y ella no era capaz de hacer ese sacrificio, pues amaba su vida, y por eso mismo, no le podía pedir a Inuyasha que se olvidara de ella, sin embargo, le pidió que no por eso la alejara de su vida. Estaba convencida de que ella no conoció a Inuyasha por mera casualidad, que su encuentro con él significaba algo, y que tenía una razón de ser. El motivo, la razón, la causa, aún no la sabia, pero estaba convencida de que existía y que su destino de alguna forma era conocer a Inuyasha, por eso, le pedía que no la alejara de su lado, sino que le permitiera estar con él, simplemente eso, estar a su lado, para acompañarlo, porque mientras estuviera con ella, nunca se sentiría sólo, ya que ella estaría ahí, para tomarlo de la mano y apoyarlo.

1 comentario:

XVCV dijo...

Esta historia parece que me la contaste alguna vez. Ahora que la leí con paciencia, la volví a encontrar muy hermosa.
A la mayoría algo parecido nos ha pasado alguna vez. Pero lo más maravilloso de todo, es que las circunstancias cambian, muchas veces para peor, pero cambian. Un día vivimos lo que Aome e Inuyasha vivieron, y al tiempo después, nos damos cuenta de que la telenovela es otra o que el desenlace de esa tragedia que comenzó hace algún tiempo, tiene un desenlace feliz.
Como dijo Jeff Goldrum en Jurassic Park, "la vida se abre camino".